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COLUMNAS DE OPINION
Columnista invitado
Cómo Donald Trump
me inspiró a alzar la voz
Rodolfo Acosta Pérez
C uando el Señor Trump comenzó su
campaña para la presidencia, la gran Estados Unidos para aprender otro idioma y
mayoría de los expertos en ciencias
políticas no lo tomaron en serio y
aseguraron que no sería capaz de mantener
sus elevados niveles de popularidad y acepta-
ción entre el electorado más allá de principios
del 2016 y por lo tanto declinaría a favor de
otro candidato. A final de cuentas, el señor
Trump se vería cara a cara con políticos de
gran renombre y con una gran trayectoria,
por lo cual no tendría ninguna posibilidad real
de ser el candidato republicano a la presiden-
cia de los Estados Unidos. ¡Lo equivocados
que estaban!
Nadie puede negar que Donald Trump es
una persona mítica que ha sido exitoso en los
negocios y que sabe cómo convencer a algu-
nos votantes, pero esto no quiere decir que
esté calificado para llegar a ser el comandante
en jefe de los Estados Unidos.
Se presenta a sí mismo como un “llanero
solitario” que “le devolverá la grandeza a los
Estados Unidos”. Sin embargo, ¿cómo puede
una persona cuya campaña entera se basa
en el odio, la xenofobia y los prejuicios ser el he estudiado y visto día a día en mi trabajo
líder de un país y construir los cimientos que
se necesitan para ayudar a los ciudadanos a
tener un futuro mejor?
Los comentarios ofensivos del señor
Trump, dirigidos hacia las mujeres, musulma-
nes, mexicanos, inmigrantes, otras minorías y
todos aquellos que no comparten su opinión,
impiden el dialogo que los Estados Unidos ne-
cesitan para implementar políticas que fomen-
ten el desarrollo económico y social.
Como todo buen empresario, Trump sabe
sacar ventaja de factores externos y está tra-
tando de beneficiarse de la situación económi-
ca adversa en los Estados Unidos, para la cual
encontró un culpable. En su mente, México es
un país infestado de drogas que exporta vio-
ladores y homicidas a los Estados Unidos. Yo,
siendo mexicano, he investigado lo nocivo que
son para México las drogas y los carteles que
las comercializan pero esto no significa que
todos los mexicanos somos delincuentes que
vienen a los Estados Unidos a cometer atroci-
dades y acabar con sus recursos.
Los comentarios del señor Trump no hacen
más que dar a conocer una imagen errónea de
los mexicanos y crear un círculo vicioso lleno
de odio. La mayoría de los mexicanos emigran
a los Estados Unidos por motivos económi-
cos con la esperanza de conseguir un mejor
trabajo, tener una mejor vida y mantener a
sus familias. En mi caso, yo decidí venir a los plazas laborales para todos los inmigrantes
obtener un posgrado, pero nunca consideré
quedarme cuando llegué por primera vez.
Una cosa llevó a la otra y tuve la fortuna o la nuestros hijos para que sean personas de bien
bendición de obtener un trabajo que me llena,
que me permite crecer en el ámbito personal
y profesional, y me ayuda a mantener a mi
familia.
Por medio de estas líneas quiero decir que
los mexicanos que llegamos a Estados Uni-
dos, ya sea por necesidad o gusto, aportamos
nuestra ética laboral, habilidades, educación
y conocimiento. Aquellos que no tuvieron la
oportunidad de obtener una carrera profesio-
nal aportan su valentía, motivación y espíritu
de lucha y algunos arriesgan sus vidas tratan-
do de cruzar la frontera. Así es, señor Trump,
el cruzar la frontera “ilegalmente” no es como
un día de campo. La desesperación y la impo-
sibilidad de mantener a una familia obligarán
a una persona común y corriente a cruzar la
frontera ilegalmente en búsqueda de una vida
que brinde más oportunidades.
Yo no nací en condiciones de pobreza, pero
lo que la pobreza le hace a las personas de
carne y hueso. Así que tengo empatía por los
inmigrantes indocumentados que se ven obli-
gados a vivir en las sombras. Al dedicarme al
desarrollo económico, soy lo suficientemente
objetivo para darme cuenta que los Estados
Unidos no tienen la capacidad de ofrecer un
número ilimitado de espacios educativos y
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5Nuevo México en Español
que decidan venir. Sin embargo, habemos
personas que contribuimos al desarrollo de
este país mediante el trabajo duro y criando a
y líderes del mañana.
Le invito a que investigue un poco y se
dará cuenta que nuestras aportaciones no se
pueden negar y no pueden ignorarse. Al igual
que cualquier inmigrante que ha llegado al
país firmé un contrato social implícito, ya que
inconscientemente he adquirido algunos de los
valores bajo los cuales se construyeron los Es-
tados Unidos, los cuales seguramente compar-
to con mis hijos, quienes nacieron aquí.
El que comulgue con dichos valores no
quiere decir que tenga que estar avergonzado
de mi origen y que le tenga que dar la espalda
a mis raíces. A final de cuentas, Estados Uni-
dos es un país de inmigrantes y no tengo que
renunciar a mi esencia o vender mi identidad.
Señor Trump, su retórica peyorativa ha
convencido a un número considerable de la
población a votar por usted, pero también ha
animado a un gran número de latinos a ins-
cribirse en el padrón electoral para hacerse
escuchar. En pocas palabras, dichos votantes
han tenido un despertar político y decidieron
abogar por ellos mismos y sus comunidades.
Cuando usted empezó su campaña, yo
simplemente ignoraba sus conjeturas y fal-
ta de sentido común. Sin embargo, presté
atención a sus palabras y decidí alzar la voz y
decir que nada bueno puede resultar del racis-
mo, la discriminación y la megalomanía. Dicho
comportamiento no es digno de un presiden-
te y la historia nos ha enseñado como puede
terminar esto.
El muro que quiere construir a lo largo de
la frontera de México con Estados Unidos será
un arma de doble filo ya que le puede ayudar
a mantenernos fuera de los Estados Unidos
pero también puede mantenerlo encerrado y
aislarlo del mundo.
La mayoría de los inmigrantes jamás he-
mos pedido políticas asistencialistas y algunos
ciudadanos de su país nos consideran un acti-
vo y no una carga. Tenemos la convicción, la
valentía y la motivación para triunfar y hemos
trabajado por lo que hemos logrado. Aunque
regrese a México, mis dos hijitos nacieron en
los Estados Unidos y quizás decidan vivir aquí
cuando tengan uso de razón. Así que decidí
alzar la voz en contra de sus políticas porque
no me gustaría que heredaran un país que se
transformó en una tierra llena de odio.